Animus Iocandi

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todo lo que veas o leas es en broma, nada en serio.

martes, 6 de mayo de 2014

El mamertismo en el siglo XXI

Pasan los años, las décadas, los siglos. Se crean y destruyen imperios, pasan por el mundo generaciones de pensadores, artistas, deportistas, escritores, científicos, que han dado cabida a una sociedad que nos damos el lujo de catalogar desarrollada y culta.
Pero con el tiempo no solo vienen las cosas buenas: las historias dignas de contar, las mejores epopeyas para narrar, imágenes por recordar; sino también, un fenómeno que existe desde que la humanidad como tal trascendió de aquellos descendientes de simios que solo llevaban consigo un instinto de supervivencia a los que se atrevieron (o nos atrevimos, si te quieres incluir) a pensar: los mamertos.





Los poco ilustrados se preguntaran ¿qué es un mamerto?
El diccionario no posee aún una definición a este término, que toma relevancia apenas en los últimos años. Pero su significado es tan simple que con unos cuantos sinónimos se podrá interpretar de la mejor manera. Un mamerto es un pendejo. Es quien cree defender las posturas morales y correctas que salvarán a la humanidad de la decadencia y la involución. Es quien exige que se respeten las libertades individuales de las personas, que se respete el derecho a la libre expresión y al libre pensamiento, pero que sale de sus cabales cuando alguien habla de nazismo, fascismo, neoliberalismo o cualquier corriente derechista pues, según sus justos ideales son unos ignorantes por tener dichas inclinaciones. ¿Irónico? Un poco.

Mamerto es también, aquel jovencillo que apenas ingresó a una universidad pública y siente que tiene el poder de cambiar al mundo, aquel que recita con orgullo frases como "muerte a los nazis" o "Hitler fue un asesino", pero se ofende y su sangre hierve cuando alguien habla de guerra, de violencia, de masacres. ¿Otra ironía?
Para el mamerto la tolerancia debe ser el valor que priva en nuestra sociedad, pero a él se le hace bastante fácil evadirlo.

Mamerto también se le puede llamar a aquél que ve en los gustos populares (dígase fútbol, religión, farándula, entre otros) una cuna de estupidez y de ignorancia; algo inaceptable para él, ya que un mamerto destaca por ser promotor de la cultura, del buen gusto. El mamerto recalca la importancia de leer un buen libro, de escuchar música elaborada y de, en lo posible, evitar todo contacto con la televisión, pues para el mamerto el deporte es perder el tiempo (sí, ya se podrán hacer una imagen física de un mamerto, flacuchento y que entra en un shock asmático al correr a alcanzar el bus), la religión y creencias como tal idiotizan, el estándar de persona culta para un mamerto viene muy ligado al ser ateo (Santo Tomás de Aquino y demás pensadores creyentes han de estar revolcándose en sus tumbas). Del mismo modo el mamerto rechaza firmemente el que una persona busque entretenimiento, ocio; que disfrute de un programa cultural, un documental interesante o una gustosa película. ¡El mamerto no se cansa de ligar los gustos y aficiones de las personas al estilo de vida de las mismas!
Los mamertos desprecian las etiquetas, los prejuicios, pero se jactan de elaborarlos sobre cualquier persona que vean.

Un mamerto es peligroso, con ellos no se debate: no se puede. Él siempre recurrirá a instancias como las de ofenderte y atacarte con blasfemias como "eres un fascista, viva la revolución" o te juzgará por comer carne y te dirá que eres mala persona. Te dirá por quién votar, no importa si conoce o no la situación de su país, siempre distinguirá los dirigentes de derecha (a los cuales atacará hasta su muerte, incluso a veces sin fundamentos) de los de izquierda (a los que idolatra), los cuales no importa lo que pase, siempre serán héroes -no menciones a Chávez, Castro o Stalin, te evadirá justificando sus cagadas-.





En caso de ser abordado por un mamerto, querido amigo, lo único que te aconsejo es que reacciones como se debería reaccionar ante un testigo de Jehová o algún indigente de esos insistentes que te abordan en la calle: sé cortante, ignóralo y -solo si es necesario- golpéalo, asésinalo, quémalo y tíralo al río.

Volvemos recargados.

Queridos lectores, me disculpo por dejar este prometedor proyecto en pausa durante este tiempo. Diversas circunstancias en la vida personal impedían realizar otras actividades y obligaban a concentrarme en ciertos asuntos.
Pero la buena noticia es que volveremos mejor que antes: con más contenido, más artículos que levantarán de su silla a más de un mamerto y muchas nuevas ideas que se irán desarrollando a medida de la acogida que tengamos, como la de un principio.

Estén atentos a nuevo contenido y esperemos que ningún negro nos robe nuestras buenas ideas en mente.

Saludos a todos.